Cuando la piel de un hombre se muestra en su esplendor, a la luz del sol, al atardecer o de noche, nuestros sentidos sucumben a los deseos...
Sólo un hombre conoce el verdadero sentido del roce de otro cuerpo masculino, lo conoce porque lo vive, sabe lo que le gusta y entiende sus demandas.
En verano, especialmente, recordamos que nuestro cuerpo es hermoso y digno de ser mostrado sin tabúes. Nuestra piel respira el calor que emana de otros hombres y el deseo se hace profundo, insaciable...
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